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sábado, 24 de junho de 2017

¿Fin de ciclo progresista o proceso por oleadas revolucionarias?

El continente está viviendo un momento de inflexión histórica. Ciertamente, después de diez años continuos de expansivas victorias políticas de las fuerzas revolucionarias y progresistas en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, existe un estancamiento de esta irradiación e incluso un retroceso territorial. Es así que a la conspiración política conservadora en Honduras, Paraguay, Venezuela y Brasil, le ha seguido la derrota electoral en Argentina. En los últimos dos años, de un espíritu general de época caracterizado por la ofensiva hemos pasado a la defensiva política y electoral.
A través de vías electorales, en ocasiones acompañadas por acciones de movilización colectiva, sumadas a sistemáticas agresiones económicas y a una inocultable conspiración externa, las fuerzas conservadoras han asumido en el último año el control de varios gobiernos del continente. Numerosas conquistas sociales, logradas años atrás, han sido eliminadas y hay un esfuerzo ideológico-mediático por pontificar un supuesto “fin de ciclo” que estaría mostrando la inevitable derrota de los gobiernos progresistas en el continente.
Si hace 25 años se hablaba del “fin de la historia” [2] , como metarrelato conservador que predecía el fin de los grandes relatos heroicos anticolonialistas y anticapitalistas que habían caracterizado el siglo XX, hoy, el “fin de ciclo” constituye el aborto ideológico de esa teleolología histórica que pretende hacer creer que las sociedades se mueven impulsadas por leyes independientes y por encima de las propias sociedades, a modo de principios cuasireligiosos que pretenden explicar la dinámica del mundo. Se trata, ciertamente, de un intento por anular a la sociedad y al ser humano como fuentes explicativas de sí mismos y de su devenir.

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