Lo indecible en la campaña electoral británica es esto. Las causas de la
atrocidad de Manchester, donde 22 personas (mayoritariamente niños)
fueron asesinadas por un yihadista, se han ocultado para proteger los
secretos de la política exterior británica.
Las preguntas claves
(por ejemplo, por qué el servicio de seguridad M15 mantuvo “activos”
terroristas en Manchester y por qué el gobierno no advirtió al público
de la amenaza en su seno) permanecen sin respuesta y se desvían mediante
la promesa de una “revisión” interna.
El presunto terrorista
suicida, Salman Abedi, formaba parte de un grupo extremista, el Grupo de
Combate Islámico Libio [ LIFG, por sus siglas en inglés ] que floreció
en Manchester y fue cultivado y utilizado por el M15 durante más de 20
anos.
El LIFG está proscrito en Gran Bretaña como organización
terrorista que promueve una posición dura sobre un “Estado islámico” en
Libia y “forma parte del movimiento extremista islamista más amplio y
global, inspirado por al Qaeda”.
La prueba es que mientras
Theresa May fuera Ministra del Interior se permitió a yihadistas del
LIFG viajar sin limitaciones por Europa y se les animó a participar en
“combate”: primero para expulsar a Muamar el Gadafi en Libia y luego
para unirse a los grupos afiliados a al Qaeda en Siria.
El año
pasado el FBI supuestamente puso a Abedi en una “lista de vigilancia
terrorista” y advirtió al M15 que este grupo estaba buscando un
“objetivo político” en Gran Bretaña. ¿Por qué no fue detenido,
previniendo así que la red a su alrededor planificara y ejecutara la
atrocidad del 22 de mayo?
Estas preguntas surgen debido a una
filtración del FBI que desmorona la versión del “lobo solitario” a raíz
del ataque del 22 de mayo –de ahí la indignación llena de pánico y poco
usual dirigida a Washington desde Londres, y la disculpa de Donald
Trump.
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