Por increíble que parezca, hay un gobierno de izquierda en Europa,
antineoliberal, que marcha bien. Por increíble que parezca, porque
parece que el clima no daría para eso. Syriza no ha logrado enfrentar la
austeridad de la Unión Europea. El PSOE se ha negado a una alianza con
Podemos, que habría llevado a un gobierno como el de Portugal. Y los
portugueses, que escriben artículos sobre tantos temas, no ayudan para
nada a difundir al gobierno de su país, un gobierno de izquierda que
resulta. Una actitud cobarde se sumarse al silencio de los grandes
medios internacionales contra el gobierno portugués, que une a toda la
izquierda del país.
Cuando el gobierno de derecha, aun quedando en
primer lugar, no logró, hace año y medio, mayoría suficiente para
gobernar, surgió la propuesta de uno de toda la izquierda, que reuniera
al Partido Socialista, al Frente de Izquierda y al Partido Comunista,
que sumados tendrían mayoría para gobernar. Debieron llegar a un acuerdo
entre ellos, con concesiones mutuas. El Partido Socialista tuvo que
abandonar su propuesta de flexibilización de relaciones de trabajo, así
como de privatización del sistema de trasportes, pero, sobre todo, las
políticas de austeridad que promueven una devastación social en toda
Europa. Los otros grupos de izquierda no participan directamente del
gobierno, pero lo apoyan, a partir de un documento que define el fin de
la política de austeridad a cambio de la retirada de la posición de
salida de la Unión Europea.
Al principio había cierto escepticismo
sobre la viabilidad de ese tipo de gobierno, en medio de acusaciones
terroristas de la derecha, según las cuales el país iría al quiebre.
Casi año y medio después, el gobierno del socialista Antonio Costa va
muy bien, es más popular que nunca y con resultados económicos y
sociales muy positivos, confirmando que la vía de la izquierda
contemporánea es la de la unidad en la lucha por la superación del
modelo neoliberal.
Los sueldos de los servidores públicos fueron
recuperados, su jornada de trabajo fue reducida de 40 a 35 horas, el
sueldo vital fue elevado en términos reales, al igual que las
remuneraciones de los retirados. Al mismo tiempo, se respetan los
criterios sobre los déficits presupuestarios, dado que ese déficit bajó a
2.3 por ciento del producto interno bruto, la menor cifra de la
historia democrática de Portugal. Todo ello acompañado del reinicio del
crecimiento económico y la disminución del desempleo de 12.3 a 10.5 por
ciento.
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