Más de un millón de dólares fueron recogidos por los estadounidenses
disgustados por el reciente incendio de una mezquita en Victoria,
Texas. La única sinagoga en la ciudad comparte su edificio con los fieles musulmanes
que acababan de perder su lugar de culto. Historias inspiradoras de
personas que se defienden unas a otras como estas son comunes, aunque
rara vez se informe de ellas.
La semana pasada me uní a decenas de miles de personas en protesta por la orden ejecutiva del presidente Donald Trump que prohíbe a refugiados y originarios de siete países de mayoría musulmana
entrar en los Estados Unidos. Me sorprendió ver a muchos judíos
-personas que escucharon historias de sus familias acerca de cómo fueron
protegidas durante el Holocausto- unirse a la protesta. Estos son
jóvenes judíos a cuyos abuelos les permitieron entrar en los Estados
Unidos en su huida del asesinato en masa del Tercer Reich. Y justamente
debido a sus historias personales salieron a defender a otros que lo
necesitan hoy. Estas historias se encuentran en el corazón de cada
comunidad que se levanta y defiende las libertades civiles.
Pero
las historias de unos también se pueden utilizar para deshumanizar a
los otros. Hace una semana el mundo conmemoró el Día Internacional de la
Memoria del Holocausto. Es un día en el que recordamos que los seres
humanos somos capaces de cometer crímenes inimaginables unos contra
otros. El régimen nazi fue capaz de alterar la realidad y utilizar
historias aisladas y amenazantes del "otro" judío para crear una
narrativa basada en la seguridad que demonizaba a los judíos Los
presentó como una amenaza y en última instancia azuzó el odio contra
ellos. Sin embargo incluso muchos de los países que se opusieron al
nazismo se negaron a aceptar refugiados judíos, lo que llevó a la muerte
de un sinnúmero de ellos.
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