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sábado, 4 de fevereiro de 2017

Las relaciones Estados Unidos-China

En uno de sus más recientes artículos periodísticos, Immanuel Wallerstein vuelve sobre un tema que ha trabajado anteriormente: asegura que las dos grandes potencias, Estados Unidos y China, se convertirán en socios estratégicos (goo.gl/FDUf6j). Su análisis es sólido y tiene la enorme ventaja, además del respeto que merece todo su trabajo, de que no es novedoso, sino que aporta nuevos argumentos a los que ha venido manejando desde mucho tiempo atrás.
Wallerstein sostiene que el principal motivo de las discordias actuales consiste en cuál de los países será socio mayor y cuál subordinado en la futura e inevitable alianza. No duda que China se está convirtiendo en la nueva potencia hegemónica global, pero asegura que está condenada a entenderse con la potencia en decadencia, del mismo modo que Gran Bretaña y Estados Unidos se entendieron después de 1945.
Asegura que puede establecerse una alianza no formal, una asociación no declarada, como la que mantuvieron la Unión Soviética y Estados Unidos desde los acuerdos de Yalta (febrero de 1945), en los que tácitamente se dividieron las zonas de influencia en el mundo de posguerra. En trabajos anteriores, Wallerstein sostuvo que luego de un periodo de transición hegemónica en el mundo se establecerán dos alianzas importantes: la de China y Estados Unidos por un lado, y la de Europa y Rusia por otro.
En este sentido, vale la pena escuchar a un notable estratega, el presidente ruso Vladimir Putin, quien defiende el euro a pesar la crisis en curso y recientemente aseguró que muy posiblemente Rusia llegará a integrar la Eurozona (goo.gl/C35cnU). Debe recordarse que la ofensiva de Washington contra Rusia, en particular la crisis y cambio de régimen provocados en Ucrania, busca impedir el aumento de los lazos políticos y económicos entre Moscú y Bruselas.
Sin llegar a disentir del análisis de alguien que considero una inspiración ineludible, quisiera exponer algunos problemas que pueden cambiar el rumbo que señala Wallerstein y quizá entorpecer o enlentecer este tipo de alianzas que llegarían a predominar en un nuevo mundo posterior al capitalista.

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