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sábado, 4 de junho de 2016

Los nuevos miedos

El susto ha sido grande. Y aunque finalmente, el pasado 22 de mayo, en Austria, Norbert Hofer, el candidato de la extrema derecha, no fue elegido (por un pelín... [1]) presidente de la República, cabe preguntarse qué miedos están sintiendo los austríacos para que el 49,7% de ellos haya optado por votar a un neofascista.

“En la historia de las sociedades –explica el historiador francés Jean Delumeau–, los miedos van cambiando, pero el miedo permanece”. Hasta el siglo XX, las grandes desgracias de los seres humanos eran causadas principalmente por la naturaleza, el hambre, el frío, los terremotos, las inundaciones, los incendios, la escasez de alimentos, y por pandemias epidémicas como la peste, el cólera, la tuberculosis, la sífilis, etc. Antaño, el ser humano vivía expuesto a un entorno siempre amenazante. Las desgracias le acechaban incesantemente…

La primera mitad del siglo XX estuvo marcada por el terror de las grandes guerras, las de 1914-1918, de 1936-1939 y de 1939-1945. La muerte a escala industrial, los éxodos bíblicos, las destrucciones masivas, las persecuciones, los campos de exterminio... Tras la Segunda Guerra Mundial y la destrucción atómica de Hirosima y Nagasaki en 1945, el mundo vivió bajo la preocupación constante por el apocalipsis nuclear. Pero este miedo fue extinguiéndose poco a poco con el final de la Guerra Fría en 1989 y tras la firma de tratados internacionales que prohíben y limitan la proliferación nuclear.

Sin embargo, la existencia de estos tratados no ha hecho desaparecer los riesgos. La explosión de la central nuclear de Chernóbil, en particular, reavivó el terror nuclear. Más recientemente también tuvo lugar el accidente de Fukushima, en Japón. La opinión pública, estupefacta, descubrió entonces que incluso en un país conocido por su alta tecnología como es Japón se trasgredían principios básicos relativos a la seguridad, poniendo así en peligro la salud y la vida de cientos de miles de personas.

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