Footprints - Praia do Castelejo, Vila do Bispo, Algarve

quinta-feira, 9 de junho de 2016

Marguerite Duras, la dulzura de Indochina

En la calle Đồng Khởi de Saigón (la vía Catinat de la colonia, cuando la urbe aún no se llamaba Ciudad Hồ Chí Minh), paseaban los franceses ricos con sus trajes blancos en los años de juventud de Marguerite Duras; sentados en las terrazas del hotel Continental, bebían champán y combatían el calor de los monzones con el lujo que la patria colonial había puesto en sus manos de mercaderes. Ya aparecían gestos de rebelión, pero apenas llegaban hasta allí: en febrero de 1930, se había fundado, en Hong Kong, el Partido Comunista de Vietnam, que después, por los nombres de la colonia, se llamaría Partido Comunista indochino, y que, enseguida, padecería una feroz represión: en la cárcel de Saigón, no muy lejos de la calle Catinat, los carceleros franceses torturaban a los comunistas y los dejaban morir.
En ese año 1930, una jovencita Marguerite Donnadieu, que después será Duras, paseaba en una limusina con Léo, su extraño amante oriental, por el alejado barrio de Cholon, la mayor concentración de chinos de toda la península de Indochina, cerca de Saigón. Todavía quedan algunos recuerdos de ella, aunque más lejos, en el delta del Mekong. A setenta kilómetros de Cần Thơ, la capital del delta, se encuentra Sa Đéc, una tranquila población del Mekong que, en los años de entreguerras, fue considerada la ciudad más hermosa de Indochina. Aquí se estableció una base de los PBR (Patrol Boat River) norteamericanos, aquellos grupos de asesinos del ejército norteamericano que recorrían los brazos del gigantesco río ametrallando a los campesinos durante los años tristes y siniestros de la guerra de Vietnam. Aquí vivió Marguerite Duras, y es donde está la casa de su amante chino.
La villa es una sencilla construcción con tres arcos, un pórtico, y azulejos en el frontón. La entrada, con ornamentos barrocos, dorados, evoca el perfume implacable de un tiempo perdido. La casa fue comisaría de policía, y la hija del amante chino de Duras consiguió, en 2007, que se convirtiera en un pequeño museo. La puerta, con marquetería en nácar donde se ven plantas, y un pájaro; y la entrada, con dos elegantes columnas negras, de madera, que enmarcan una figura china que simboliza el orden, parecen esconder la soledad de un amor compartido y tenaz que, sin embargo, nunca existió. En la sala de entrada, la sutil cultura china hizo que las baldosas francesas se dispusieran hundidas, formando una leve superficie cóncava para imaginar el agua: simboliza que allí entraba mucho dinero. Presidiendo la estancia, un cuadro en caracteres chinos, que explica que la casa es una mezcla china y francesa.
Dentro, en la sala central, hay una gran mesa, que también hacía las funciones de lecho y de fumadero de opio. Tiene marqueterías de nácar formando murciélagos, que traen suerte en la tradición china. A los lados, dos pequeñas habitaciones, que se alquilan por cincuenta dólares para amantes del libro de Duras o mitómanos del cine. Las camas tienen dosel, y, al lado, una mesita. Nada más. También, al fondo de la sala central, una caja fuerte, negra, arruinada. El padre del amante chino pasaba aquí horas, al lado de una serpiente pitón, fumando opio, con los monos recorriendo los alrededores, mientras su hijo paseaba a la jovencita Duras en la confusión, la vitalidad y el desorden de Cholon, por el laberinto de mercados, terrazas, carros de verduras y richshaws, de míseros anamitas y clubs nocturnos como La Cascade. Ahora, en esa casa, cultivan la historia de amor de la que tantos lectores se prendaron, sin reparar en la venta de la jovencita por su madre. Detrás de la casa había un jardín, que ya no existe. Delante, corre un brazo del Mekong, por donde baja un barco de nombre evocador, Cochinchina, con los ojos de Buda en la proa.

Sem comentários:

Enviar um comentário