Apenas se ha secado la tinta de la orden ejecutiva de Donald Trump
prohibiendo la llegada de inmigrantes musulmanes a EEUU, pero es más que
suficiente para empezar a pedir su destitución. Si sólo ha necesitado
una semana para emitir una prohibición total sobre los inmigrantes, ¿qué
no será capaz de hacer con las libertades civiles y la Constitución en
los próximos meses o años? Como el New York Time informaba el 28
de enero, Trump emitió una orden ejecutiva prohibiendo la entrada a
todos los refugiados musulmanes de Siria, además de a todos los
inmigrantes de numerosos países, incluidos Iraq, Irán, Sudán, Libia,
Somalia y Yemen. La orden fija una prohibición de 120 días para los
refugiados y una prohibición total de 90 días para los países
mencionados.
No han tardado mucho los tribunales y los
activistas en entrar en acción. Miles de activistas anti-Trump se
reunieron espontáneamente en los principales aeropuertos para protestar
por la detención de los que entraban en EEUU, y un juez de distrito
federal en Nueva York declaró que la detención de inmigrantes en suelo
estadounidense representaba una violación constitucional de esa misma
protección legal. El juez ordenó la suspensión temporal de los esfuerzos
del gobierno para detener a los inmigrantes que ya estaban en EEUU. Sin
embargo, su decisión no tuvo impacto en la orden de Trump de prohibir
la entrada de inmigrantes que residan actualmente en otro país. El jefe
del gabinete de Trump, Reince Priebus, ha empezado ya a revocar partes
de la orden tras el inmenso clamor público. Priebus ha informado a los
estadounidenses que la prohibición no se va a aplicar a los residentes
que posean la carta verde, a pesar de que la orden ejecutiva y la
prohibición inicial se aplicaban contra todos los no ciudadanos que
viajaran a EEUU desde los países en cuestión.
Trump trató de
justificar la prohibición enmarcando a todos los inmigrantes de esos
países de mayoría musulmana como una potencial amenaza a la seguridad
nacional: “No les queremos aquí… Queremos asegurar que no vamos a
permitir en nuestro país las mismas amenazas a que se están enfrentando
nuestros soldados en el extranjero. Sólo queremos admitir en nuestro
país a quienes apoyen a nuestro país y amen profundamente a nuestro
pueblo”. Dejando a un lado los absurdos llamamientos al “amor” como
motivación de su demonización y discriminación total contra los
musulmanes, sus acciones plantean varias cuestiones respecto a la
Constitución.
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